APUNTES PARA LAS REDES
POR HOMERO T. CALDERÓN
JIMÉNEZ PONS: “SAQUEO AL ESTILO TABASCO”
(Segunda parte)
UNO: El viernes 11 de la semana pasada, expuse en este mismo espacio las graves deficiencias del trabajo del arquitecto Rogelio Jiménez Pons en el Tren Maya. Le comenté al lector de este espacio que este individuo había conformado un equipo de amigos felones desde los años 70, en el gobierno de don Leandro Rovirosa Wade, en Tabasco.
Le daba este periodista los nombres de estos felones. Manuel Morales Guillaumín, Ricardo Ampudia y Gerardo Gaudiano Peralta, yernos de don Leandro; y otros muy amigos como Javier Rosique, Carlos Madrazo Cadenas y Alberto Banuet.
Este equipo de constructores y especuladores inmobiliarios se hicieron ricos en medio sexenio de don Leandro. En aquel tiempo llegó también al equipo de Rovirosa Wade, un joven soñador que quería rediseñar el mundo: Andrés Manuel López Obrador. Nadie pensó que aquel joven veinteañero fuera a trascender y menos que fuera a ser presidente de la república 40 años después.
Y lo primero que hizo fue poner en manos de Rogelio Jiménez Pons la dirección del Tren Maya. Craso error. Si Jiménez Pons, a sus 35 años ya era una rata consumada en Tabasco 2000, imagíneselo 40 años más tarde. En cuanto AMLO puso en sus manos el Tren Maya, “tzingó a su progenitora el proyecto”. Jiménez Pons dejó aquello hecho un verdadero desmadre financiero.
Andrés Manuel -desgraciadamente- se dio cuenta tres años después.
Hoy quiero informarle que no todo acabó con su despido, no, esto tiene aún muchísima cola que pisar. En los tres años que Jiménez Pons estuvo de jefe, puso como director jurídico en FONATUR a un tipo nefasto y “cabroncísimo” de nombre Alejandro Varela Arellano. Este tipejo cometió excesos que le voy a describir.
Trianguló recursos perdonando 62.9 millones de multas a la empresa ASUR, a quien se le dieron todas las facilidades para adquirir dos predios (que entre los dos suman 130 hectáreas. A un costo de 286.3 millones de pesos) porque -presuntamente- ASUR construiría instalaciones turísticas en Bahía de Huatulco. Eso fue en el 2008. Como no cumplieron, las multas se fueron acumulando.
Pero el nefasto Varela Arellano las perdonó a sus amigos sin dar cuenta al Comité Técnico del Fondo. No paró ahí la cosa. Los 286. 3 millones de pesos que ASUR pagó por tales predios en Huatulco en el 2008, ¡le fueron devueltos a la mano a la empresa, de la que es propietario Fernando Chico Pardo, amiguísimo de Jiménez Pons.
¿Fue tal devolución un acto de buena fe o simplemente un negocio donde Jiménez Pons y su jefe jurídico obtuvieron ganancias?
Obviamente, no para ahí la cuestión. Tal acto (de perdonar y condonar recursos de la nación, no podía (no puede) hacerse porque Alejandro Varela Arellano nunca tuvo autoridad jurídica legal para decidir ese regalo económico a sus amigos. Hoy -Jiménez Pons y Varela Arellano- despachan en la SCT.
Muchos dicen que porque AMLO quiere tenerlos “de a cuartito y mata-mata para partirles media progenitora, pero otros sospechan que Jiménez Pons sigue siendo el consentido del presidente. Si es así, que suerte tienen algunos cabrones. Nacieron para transar y robar en despoblado…
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